Aunque su distanciamiento era un secreto a voces desde hacía ya tiempo, fue en un escueto comunicado conjunto en el que la pareja confirmaba su separación, afirmando que siempre seguirían unidos por el bien de sus hijos, a pesar de que su amor se hubiera terminado.
Discretos y elegantes como siempre han demostrado ser, comunicaron que no volverían a hablar sobre el tema y, hasta el momento, han cumplido con su palabra.
Una mala racha por fin superada
El principio del fin de su relación de pareja parece radicar en el infarto que el ex portero del Real Madrid y la Selección Española sufrió mientras entrenaba con el equipo en el que militaba en aquella época, el Oporto. A pesar de la rápida intervención y la mejoría, Iker tuvo que abandonar el fútbol profesional por prescripción médica.
Alejados de casa y con la retirada definitiva ante sus ojos, Iker supuestamente sufrió una profunda depresión que se vio agravada cuando a su esposa Sara Carbonero le diagnosticaron cáncer de ovarios. Tuvo que someterse a una intervención quirúrgica y a varias sesiones de quimioterapia, pero el estado anímico de Iker no le permitió estar a la altura de las circunstancias para apoyar a su mujer en tan duros momentos, lo que pasó factura a su relación de pareja.
Unidos pese a todo
El amor se rompió de tanto usarlo, como diría la gran Rocío Jurado. Y es que Iker y Sara fueron durante años una de las parejas más sólidas y estables del panorama español. En la retina de todos aún permanece su famoso primer beso ante las cámaras tras la victoria de España en el Mundial de Sudáfrica.
La ya ex pareja siempre se ha mostrado discreta y amable, aunque sobre todo Iker Casillas ha cambiado su relación con los medios de manera radical desde que vuelve a estar soltero. Pero está claro que ambos son dos personas sensatas y maduras que eligen el bienestar de sus hijos ante todo y que siguen unidos al respecto siempre que es necesario. Todo un ejemplo a seguir.
