Aunque la muerte forma parte del proceso natural de la vida, muchas veces llega sin aviso, inesperada o accidentalmente, es entonces cuando se convierte en algo difícil de aceptar. Sin embargo, cuando las personas tienen la oportunidad de prepararse para el fallecimiento de su ser querido y acompañarle en los momentos finales, el duelo suele ser más llevadero. Según expertos médicos y profesionales en hospitales, existen algunas señales que pueden prevenirnos de que alguien se encuentra próximo a morir. Estas son ocho de esas señales.
1. Dormir más de lo normal
Cuando una persona se aproxima a su fallecimiento, es posible que pase menos tiempo despierta o sienta más sueño de lo normal. De hecho, puede que duerman tan profundamente que queden inconscientes durante periodos bastante largos, incluso de un par de días, o que entren y salgan del estado de conciencia a menudo. Aun así, los profesionales de enfermería señalan que muchos de los pacientes que están así siguen teniendo la capacidad de escuchar, por lo que alientan a los familiares a hablarles con una voz tranquila y calmada, o a ponerles su música favorita.
2. Ser menos sociable
Quizás por la misma situación de sentir más sueño de lo normal, una persona moribunda tiene pocos niveles de energía y esto se puede traducir en que no desean estar tanto tiempo como antes rodeada de gente. Es normal que comience a retraerse de situaciones en las que tenga que relacionarse con otras personas y, a veces, esto ocurre porque creen que así será menos doloroso para sus seres queridos. No hay que interpretarlo como algo personal, pero tampoco te alejarse. Se ha de otorgar su espacio pero reafirmarles que estamos presentes para cualquier cosa que necesiten y para escucharles. En muchos casos, este es el momento en que la persona busca desahogarse sobre sus arrepentimientos y emociones.
3. Confusión, alucinaciones o inquietud
Muchas veces, cuando una persona está muriendo puede sentirse confundida o incoherente, como si no supiera qué está pasando a su alrededor. A esto se le llama delirio, y es causado más comúnmente cuando hay enfermedades terminales debido a la falta de oxígeno o a ciertos medicamentos. También puede se pueden experimentar alucinaciones, viendo o escuchando cosas que no están allí. Por otro lado, en algunos casos las personas pueden sentirse inquietas durante sus últimos días de vida y, generalmente, se tranquilizan de nuevo justo antes de morir. Cuando esto pasa, se les puede ayudar hablándoles calmadamente, sin estresarles diciéndoles que están viendo cosas que no son.
4. Aumento del dolor
Es una de las principales razones de la existencia de los cuidados paliativos y los hospitales, porque es una de las señales que más nos cuesta ver y manejar en nuestros seres queridos. El dolor físico aumenta cerca del final de la vida porque es un síntoma del deterioro y daño del organismo por diversas causas y llega un momento en que el tratamiento no logra apaciguarlo. Es entonces cuando se acude a medicamentos más fuertes, como la morfina. Pero también es común que el dolor emocional incremente debido a la angustia por la propia muerte o por otros conflictos interpersonales.
5. Apetito reducido
Dado que cuando nos acercamos al final nuestro cuerpo necesita menos energía, el apetito y la sed se reducen. Podemos ver que la persona cada vez come y bebe menos, y algunos incluso llegan al punto en que dejan de hacerlo por completo. Esto puede ser difícil de observar para quienes están alrededor porque la persona puede perder peso o verse demacrada, con los labios resecos. En estos casos, lo que se puede hacer es ofrecer al paciente algo que pueda beber con una pajita a pequeños sorbos, o humedecer la boca y los labios con una esponja para darle más comodidad.
6. Respiración muy diferente
Cuando alguien está muriendo, su respiración puede volverse más agitada y sibilancias. Esto se debe a que a medida que una persona se vuelve menos activa hacia el final de su vida, necesita menos oxígeno. La respiración entonces puede volverse superficial, con pausas largas. La razón de dichos silbidos está en que el organismo ya no puede reabsorber adecuadamente los líquidos en el pecho o la garganta. Sin embargo, esto no siempre significa que la persona se esté ahogando. Cuando esto pasa, se puede intentar poner al paciente en otra posición para intentar facilitar el paso de oxígeno. Sin embargo, en algún momento los pulmones dejarán de funcionar.
7. Baja temperatura corporal
En las personas moribundas, la circulación se reduce, lo que hace que haya menor flujo de sangre en las extremidades. Por eso, a veces se pueden sentir “frías”, sobre todo en manos, pies, orejas y nariz, así como en la piel en general. También pueden aparecer manchas azules y moradas que contrastan con una tez más pálida, debido a que la sangre comienza a coagularse. Sin embargo, esto no siempre significa que la persona tenga frío, por lo que siempre será buena idea preguntarle primero si quiere más abrigo para evitarle una incomodidad.